La banca debe financiar la descarbonización de toda la economía, en especial de los sectores más emisores, a los que hay que dar tiempo, según el director de Negocio Responsable de BBVA, Toni Ballabriga, que, no obstante, ha advertido de que en “2, 3 o 4 años” saldrán “ordenadamente” de las empresas que no transicionen.
“Está claro que no podemos seguir con el mundo que tenemos hoy, con esta forma de vida (…) Estamos viendo grandes desafíos y grandes riesgos, pero también grandes oportunidades y el sector financiero es una pieza fundamental para el cambio que necesitamos”, ha dicho el directivo en una entrevista con EFE en relación al cambio climático y la degradación de la naturaleza.
El rol de la banca pasa por sensibilizar y acompañar a sus clientes y no por liderar el cambio. Esa responsabilidad, a su juicio, corresponde a los gobiernos, que son quienes deben definir cuál es la ambición de un país y establecer la regulación y los incentivos que “hagan que todos nos movamos en la dirección correcta”.
Emisiones de alcance 3, el gran reto
Como parte de su compromiso con el cambio, BBVA forma parte de la Alianza Bancaria para unas Emisiones Netas Cero, cuyos integrantes se comprometen a que las emisiones derivadas de su cartera de préstamos e inversión se alineen con el objetivo de ser cero emisiones netas en 2050.
En este sentido, ha reconocido que aunque la banca ha hecho grandes avances en la medición y reducción de las emisiones de alcance 1 (producidas directamente por su actividad) y 2 (generadas indirectamente por la energía consumida), hay mucho que mejorar en cuanto a las de alcance 3 (proveedores y clientes).
“Lo relevante son las emisiones que financiamos de nuestros clientes (…)”. Aquí, es “muchísimo más complejo el cálculo”, pues la banca financia a toda la economía, no a un sólo sector, y depende de que todo el mundo publique datos, algo aún más difícil en el caso de países emergentes.
Un banco que opere sólo en Europa tendrá más fácil ser cero emisiones en 2050 porque la Comisión Europea y los Estados miembros se han fijado esa ruta, pero para “un banco como el nuestro, con presencia muy importante en países emergentes, como México, Colombia o Turquía, cuyos políticas públicas están lejos de esa ambición, es mucho más desafiante”.
Para lograr ser cero emisiones, lo más fácil sería financiar sólo “lo estrictamente sostenible” y salir de los sectores más difíciles de descarbonizar, como combustibles fósiles, automoción, acero, cemento, aviación, transporte marítimo o construcción.
Sin embargo, así “no se solucionaría nada”, pues esos sectores tienen que invertir para descarbonizarse y ahí es donde debe ayudar la banca, ha subrayado.
“Es cierto que hay alguna actividad a la que tienes que decir que no, como nuevos proyecto de exploración y producción de petróleo y gas, pero lo importante es que toda tu cartera transicione” para lograr la efectiva descarbonización de la economía.
Presionar a petróleo y gas
En petróleo y gas, el objetivo de BBVA es reducir las emisiones financiadas un 30 % en 2030, “lo que implica que o bien nuestros clientes reducen sus emisiones o bien vamos reduciendo nuestra exposición al sector”.
Lo fácil sería “salirnos de los combustibles fósiles mañana”, pero la realidad es que la economía sigue dependiendo de ellos y que hay que conjugar transición ecológica y justa con seguridad, ha recordado.
En este contexto, han desarrollado un indicador de riesgo de transición que les permite medir hasta qué punto las compañías están más o menos preparadas para la transición, tanto para acompañarlas en ese cambio, como para decidir si las mantienen o no en cartera.
Hay que darles un tiempo y una oportunidad para el cambio, pero “si vemos que en 2, 3 o 4 años, no hay que esperar 2030, no hacen ningún cambio y entienden que esto para ellos no es un riesgo ni una oportunidad de negocio ni nada, posiblemente, habrá a una salida ordenada del cliente”, ha advertido.
“Vamos a acompañar a aquellas compañías que tengan unos planes de transición creíbles y robustos, independientemente de su punto de partida” y para ello, deben contener objetivos, detallar qué acciones e inversiones se acometerán para alcanzarlos y estar apoyados por iniciativas que les den credibilidad, como la Science Based Targets (SBTi).
Según los datos que manejan, mientras en energía eléctrica o automoción, un 80 % de su exposición es con clientes que están avanzando en transición y un 20 % con clientes que no lo están haciendo; en petróleo y gas, la proporción es a la inversa.
“La inmensa mayoría aún no tiene planes de transición creíbles” para alcanzar el objetivo de ser cero emisiones netas en 2050, según el directivo, que ha subrayado que las crecientes obligaciones de información hacen que cada vez sea más complicado el “ecopostureo”.
“Las compañías que no se adapten y no inviertan en su transformación o lo hagan tarde, tendrán menos cuota de mercado y, por tanto, más dificultades de captar clientes y de financiación. Para bien o para mal, habrá ganadoras y perdedoras”, ha advertido a aquellos que no están abordando aún su transición.
Fuente: Ana Tuñas Matilla, EFEverde.