Las pequeñas y medianas empresas (pymes) quieren ser más sostenibles, pero necesitan tiempo y recursos. Sus responsables tienen claro que limitar su impacto en el medio ambiente es beneficioso por múltiples razones: aumenta la competitividad, incrementa la motivación de los empleados y mejora su imagen y su reputación, de acuerdo con el informe La digitalización y el desarrollo sostenible en la pyme, del Consejo General de Economistas de España (CGE). Pero dada la naturaleza de su estructura, más pequeña y con menos recursos, su capacidad para caminar hacia un modelo diferente es más limitada, explica Francisco Vidal, director de economía de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme): “Están más centradas en sacar adelante su actividad diaria y no disponen de tanto tiempo para pensar en estrategias a medio y largo plazo, aunque son conscientes de que tarde o temprano deben afrontar estos cambios”, destaca.
Aun así, el 45% de las pymes ya dispone de una política medioambiental y el 62% se esfuerza por reducir sus emisiones de dióxido de carbono, de acuerdo con la publicación Comunicando el progreso 2021: el ‘reporting’ empresarial como instrumento para una recuperación sostenible, elaborada por el Pacto Mundial de Naciones Unidas (ONU), el brazo de la organización encargado de promover la responsabilidad social empresarial en el mundo.
“Cada sector tiene su propio recorrido. A primera vista, puede parecer que los no intensivos en emisiones pueden tenerlo más sencillo; sin embargo, su recorrido de mejora es más estrecho y por lo tanto, su capacidad innovadora puede verse más desafiada. En el caso contrario, la senda y el recorrido son muy claros y el reto está en cómo no perder competitividad mientras se camina hacia un modelo más sostenible”, apunta Sergio Sánchez, director de Desarrollo de Negocio Sostenible de Empresas en Banco Sabadell, que participará en el webinar Cómo impacta la sostenibilidad en la cuenta de resultados de la empresa, organizado a través de HUB Empresa de Banco Sabadell. Sin embargo, añade Pablo Hermida, director de Estrategia y Rentabilidad en Banco Sabadell, “lo fundamental para el reto de llegar a una economía verdaderamente sostenible es que todos los sectores se impliquen con la intensidad necesaria y al mismo tiempo. Al estar todos interrelacionados, la acción común tendrá sinergias, ahorrará costes y acelerará los procesos. Ningún sector se puede quedar atrás de esta oportunidad”, resume.
Maite Echarri, directora financiera de la siderúrgica Sidenor, destaca que los sectores que más energía consumen y que, por tanto, generan más emisiones, tienen mayor necesidad de inversión y cambio en sus procesos para reducirlas, pero, al mismo tiempo, más capacidad de mejora. La eficiencia energética es uno de los aspectos que marca una base común desde la que partir para todo el tejido pyme español, explica Vidal. La mejora de la eficiencia energética supone la reducción del consumo sin perder los niveles de confort y servicio. Una rebaja en la que juega un papel determinante un indicador: la huella de carbono.
La huella de carbono: un indicador global para tomar acción
Toda actividad humana genera gases de efecto invernadero, y su suma se conoce como huella de carbono. Calcular su volumen ayuda a las organizaciones a conocer cuánto contaminan de manera global y, consecuentemente, a poner en marcha medidas que contribuyan a reducirla. Echarri lo resume: “Si no mides, no mejoras”. Y lo ilustra con la experiencia de su empresa. “Nos permite medir nuestras emisiones de nuestros productos. En el último año se ha convertido en algo muy demandado por los clientes, que están a su vez construyendo la medición de su huella de carbono. En Sidenor disponemos de una herramienta certificada para medir la huella de cada uno de nuestros aceros que está siendo muy valorada por los clientes”. Este es un ejemplo de cómo las grandes compañías ya se han puesto manos a la obra. Pero las más pequeñas encuentran aún dificultades. Se necesitan equipos de profesionales cualificados para llevar a cabo este recuento, algo que no está al alcance de los ajustados presupuestos de las pymes.
La cifra que se obtiene en el cálculo de la huella es una aproximación del impacto de una actividad a partir de las estimaciones que han hecho sobre ella universidades y centros de investigación de todo el mundo. Así lo explica Nicola Cerentola, director del máster de Economía Circular, de la Escuela de Organización Industrial (EOI): “Es una modelización matemática. Se toma un fenómeno físico que es muy complejo, como la generación de emisiones, y se trata de establecer patrones que permitan obtener un cálculo”. Por ejemplo, un determinado motor de un modelo de vehículo cuenta por cada kilómetro recorrido con una estandarización de sus emisiones.
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico dispone de guías detalladas para el cálculo de la huella de carbono. Existen en el mercado, además, empresas que se encargan de medirla. Consultoras que, una vez hecho el cálculo, ofrecen opciones para reducir el volumen de emisiones. También en el ecosistema de las start-ups han aparecido compañías que efectúan la medición a través de algoritmos que la propia empresa auditada puede manejar mediante una aplicación. Son soluciones al alcance de compañías de cualquier tamaño, incluso las más pequeñas.
La certificación como una garantía de la contratación
Juanjo Mestre, director general de DeCycle, una de estas start-ups, explica que en el cómputo de este rastro invisible, que desgrana el volumen de emisiones por departamentos y actividades, se tienen en cuenta todas las áreas de actividad de la compañía: incluye los kilovatios de energía que consumen las instalaciones, el recorrido de los viajes de negocios, las distancias y el modo de transporte de los empleados, entre otras muchas variables, y lo traduce a toneladas equivalentes de CO₂: “La herramienta es compatible con los programas informáticos de contabilidad y finanzas de las empresas auditadas, por lo que parte de los cálculos se hacen automáticamente”, resalta Mestre, quien sostiene que esta tecnología puede ser un primer paso en el establecimiento de la estrategia de sostenibilidad de cualquier empresa: “Nosotros trabajamos con compañías de todos los tamaños, sectores y de varias partes del mundo”.
Conocer la huella de carbono tiene muchas ventajas. La principal es que permite incidir directamente sobre las actividades que más emisiones generan. Pero también resulta útil de cara a la sociedad y a la colaboración con otras empresas y Administraciones.
Las grandes empresas han empezado a solicitar, aunque más como una recomendación que una obligación, los certificados de huella de carbono a sus proveedores. Algo que pronto será muy habitual también para las licitaciones con las entidades públicas. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico permite registrar la huella de carbono y hacer un seguimiento de su evolución. Cuando se inscribe durante cuatro años consecutivos, calculada con factores comparables, y obtiene una reducción, el organismo lo reconoce con el sello Calculo, Reduzco y Compenso. Muchas consejerías autonómicas de Medio Ambiente disponen también de calculadoras de la huella de carbono, así como de sistemas para el registro y la certificación.
Hermida indica que medir la huella de carbono es una tarea más a la que cualquier compañía va a tener que acostumbrarse: “Tendrán que integrarla en el flujo de trabajo habitual, como ahora lo es la contabilidad”, ejemplifica.
El consumo energético, la gran batalla
Existen múltiples soluciones con las que minimizar la huella de carbono. Mestre señala que se puede empezar con gestos pequeños e ir poco a poco abriendo el abanico. Este emprendedor menciona algunos: contratar un distribuidor de energía que utilice solo renovables, optar por el renting para las flotas —elegir vehículos híbridos y 100% eléctricos en vez de diésel—… Pero pone énfasis en el consumo energético, un factor que se puede reducir mediante la mejora de la eficiencia energética.
La gestión de la energía sigue siendo una de las asignaturas pendientes de, al menos, la mitad de las pymes, de acuerdo con el informe del CGE. Este tipo de empresas están mucho más avanzadas en otros aspectos como la gestión de residuos, que tiene un grado de penetración del 89,9%, o la de los envases de plástico, 70,9%, mientras que la de la energía tan solo es del 57,9%.
Fernando Pérez, director de Programas Nacionales de la consultora Zabala Innovation, afirma que las iniciativas financiadas con fondos europeos están siendo una palanca para que muchas empresas impulsen su sostenibilidad, especialmente en dos ámbitos clave en el consumo energético: la minimización del uso de combustibles fósiles a través del autoconsumo y los sistemas de climatización más eficientes a partir de fuentes de energía renovables. Medidas que requieren inversión y acciones de calado, para las que el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) del Gobierno español, que articula el fondo europeo Next Generation EU, contempla programas de ayudas que estarán vigentes hasta el 31 de diciembre de 2023 y que se solicitan a través de las comunidades autónomas.
En cualquier caso, para acceder a las ayudas europeas conviene contar con asesoramiento profesional, como el del gestor del banco, que resolverá las dudas del responsable de una empresa o del autónomo que desee acogerse a los fondos, y le informará sobre las opciones más adecuadas.
Soluciones concretas: placas fotovoltaicas y aerotermia
La colocación de placas fotovoltaicas para el autoconsumo reduce el gasto eléctrico externo en instalaciones empresariales entre un 70% y un 80%, de acuerdo con la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), y permite recuperar la inversión en torno a los cinco años. Las ayudas europeas cubren entre el 25% y el 45% del coste de la instalación.
La climatización mediante tecnologías más respetuosas, como la aerotermia, permite reducir el consumo energético hasta un 60%. Este sistema, que juega con la energía térmica del exterior y del interior, de manera que en invierno permite calentar y, en verano, refrigerar, está cada vez más presente en oficinas, centros comerciales y hoteles. Las subvenciones europeas cubren el 40% de la instalación para medianas empresas y del 45% para las pequeñas. Porcentajes a los que hay que sumar un 5% extra si la organización que pide la ayuda se encuentra en un municipio de hasta 5.000 habitantes.
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