Como hemos desarrollado en varias oportunidades, la Industria Alimentaria tiene una fuerte relación con el cambio climático. Todo el proceso que implica su producción, su traslado, su distribución y su consumo, genera importantes emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). De hecho, los estudios más recientes sobre las emisiones globales de GEI detallan que el 26% son resultado del sector alimentario (1).
En este marco, los Bancos de Alimentos cumplen un rol fundamental en la sociedad. Su principal objetivo consiste en conseguir y distribuir excedentes de alimentos entre organizaciones benéficas que se dedican a dar de comer a personas que lo necesitan. Al realizar estas tareas, también colaboran fuertemente en mitigar las emisiones de efecto invernadero (GEI) generadas por el sector alimentario.
Es por estos motivos que la sostenibilidad es inherente a la razón de ser de los Bancos de Alimentos, y existe una determinante decisión de seguir avanzando en el desafío hacia un desarrollo sostenible. Así como el Banco de Alimentos de Rosario ha iniciado un trabajo en conjunto con ALPA y ha calculado sus emisiones, también el Banco de Alimentos de Madrid (BAM) ha medido su Huella de Carbono correspondiente al año 2022.
Además de dedicarse a la asistencia y el cuidado directo de personas en situación de pobreza, la institución madrileña contribuye abiertamente a cumplir la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y este compromiso socioambiental lo ha llevado a tener su primer acercamiento con el equipo de ALPA en Enero del 2023. La idea fue trabajar codo a codo para lograr cuantificar las emisiones generadas por las sedes Alcorcón y Alcalá de Henares (ambos establecimientos que conforman al Banco de Alimentos de Madrid).
Luego de un valioso trabajo de recolección de información por parte del BAM, y gracias al asesoramiento y las herramientas brindadas por ALPA, finalmente se han presentado los resultados de la Huella de Carbono que no sólo sirve para conocer el cálculo de las emisiones de dióxido de carbono equivalente a las operaciones del Banco, sino también para entender dónde está situada la organización, y así poder enfocarse en posibles acciones de mitigación.
“Pretendemos no solamente gestionarlo, sino ampliarlo y publicarlo todos los años. Es nuestra intención hacerlo. Realmente el trabajo que se ha realizado ha sido muy interesante y muy importante”, aseguró Esteban Castaños Ruiz, Subdirector General del BAM.
Para el equipo de analistas de ALPA, esta asociación también ha significado un gran desafío, no solo por el alcance del proyecto sino porque también hubo que adaptar la metodología a un nuevo país donde los factores de emisión, la red eléctrica y los cortes de combustibles difieren de lo que se analiza cotidianamente. Sin embargo, el objetivo fue alcanzado de manera satisfactoria y se ha incorporado un actor clave para seguir creciendo de cara a un futuro mejor.
Al finalizar la presentación virtual de los resultados, la analista de Huella de Carbono por parte de ALPA, Charo Blanco, dejó una conclusión útil para toda institución que calcula sus emisiones por primera vez:
“La Huella de Carbono ordena. Permite planificar también a futuro al exponer dónde se va a tener que hacer más hincapié a la hora de recolectar información. Además, permite dar cuenta dónde está posicionada la institución”.
(1) Impactos Ambientales de la Producción de Alimentos, Our World in Data. Disponible en https://ourworldindata.org/environmental-impacts-of-food?insight=food-plays-a-large-role-in-many-environmental-impacts#key-insights-on-the-environmental-impacts-of-food